La cruz tiene dos palos. Uno vertical que apunta al cielo, pero que está clavado en la tierra. Otro horizontal que abre los brazos a todos los hombres, a derecha e izquierda, pero que se sostiene sobre el otro palo vertical. A veces los cristianos tenemos la tentación de quedarnos sólo con un brazo de la cruz y nos olvidamos del otro. A veces, nos apoyamos en el palo vertical, en nuestra relación personal con Dios, y nos olvidamos del palo horizontal, de la relación con los hermanos. Otras veces, por el contrario, nos olvidamos del palo vertical, de nuestra relación con Dios, y nos centramos sólo en el palo horizontal afanándonos en la relación con los hermanos. Pero la cruz tiene dos palos. Sin el palo vertical que apunta al cielo, el horizontal se cae y no se sostiene.

Si la Virgen María hubiera seguido el consejo de aquellos que engañan con la palabra “paternidad responsable” cuando en realidad se están refiriendo a la “paternidad confortable” egoísta y burguesa, entonces le hubiera dicho “no” al Anuncio del ángel Gabriel, y no hubiera sido concebido el Mesías en su seno por el Espíritu Santo, no se hubiera encarnado Jesucristo.

Si no hay bautismo sin agua, ni confesión sin la presencia del sacerdote, ¿cómo puede haber comunión sin pan y vino? La Pascua del pueblo de Israel fue real, no espiritual. Jesucristo vino en carne, el Hijo de Dios no nos visitó de un modo espiritual, sino que se encarnó en un cuerpo real. La Pascua de Nuestro Señor Jesucristo fue real, resucitó realmente, no de un modo meramente espiritual, ascendió a los cielos en carne gloriosa.

Salvo en caso grave, la Iglesia nos invita a estar abiertos a la vida. Abiertos a la vida y a la voluntad de Dios Padre Todopoderoso, como nos enseña la Humanae Vitae, como la Iglesia ha enseñado siempre, como han vivido los cristianos siempre, todos y en todas partes. Rechazar y desobedecer esta enseñanza revelada es tocar el árbol del bien y del mal, es ser autónomo moralmente y quitar a Dios de nuestra vida cotidiana, de nuestra vida sexual, de nuestro matrimonio y de nuestra familia.

Si como decía Albert Camus que “no llamar a las cosas por su nombre añade mal al mundo”, decir la verdad siempre añadirá bien al mundo. Incluso bajo el totalitarismo más terrible, decir una pequeña verdad, será siempre una luz en medio de la oscuridad. Incluso una pequeña verdad.
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Imagen
Texto
Texto
"La comunidad cristiana salva a la familia y la familia salva a la Iglesia"
Kiko Argüello
Imagen
Imagen
El aborto es el mayor destructor de la paz. Madre Teresa de Calcuta
Suscribirse
Suscribirse
Web Beato Juan Pablo II
Web Beato Juan Pablo II
Live action
Live action
Cargando
Tema Vistas dinámicas. Con la tecnología de Blogger. Denunciar abuso.