Familia Vida y Libertad

Estamos encerrados en casa sin poder asistir al templo, sin poder convivir con los hermanos, sin poder comer el cuerpo y beber la sangre del Esposo, de Jesucristo nuestro Señor.

¿Cómo comer  tu carne cada día si no podemos asistir al templo a comulgar? ¿Cómo Señor? ¿Cómo aceptar la historia de cada día?

Aceptar la historia es obedecer (ab- audire) es escuchar con atención, escuchar con atención la historia de cada día. ¿Qué nos quieres decir Señor con esto?

Pero, ¿se puede aceptar y obedecer sin amar?  Comer hoy tu carne es escuchar tu Palabra y aceptar y obedecer la historia de cada día. ¿Pero cómo aceptar y obedecer la historia?

No se puede aceptar ni obedecer sin amar.

Después de pasar esta Cuaresma confinados en casa por la plaga de esta pandemia mundial, retirados en la intimidad de nuestro hogar, a solas con el Esposo, en un diálogo amoroso como un noviazgo,   hemos celebrado  las bodas en la Pascua, en el tálamo nupcial de la cruz y del sepulcro vacío.

Ahora durante el tiempo de Pascua seguimos confinados en nuestro hogar y tenemos por delante 50 días de fiesta continuada como una larga luna de miel con el Esposo.

En este tiempo de conversión único y especial en nuestra historia, en esta cuaresma en que nos encontramos rodeados por un enemigo invisible, por una pandemia mundial, de la que no podemos escapar, que nos obliga a encerrarnos en nuestras casas, en nuestro hogar, en nuestro corazón, a solas contigo, Señor, sin templos, sin sacramentos, sin comunidad.