“El cuerpo que expresa la feminidad para la masculinidad y viceversa, la masculinidad para la feminidad, manifiesta la reciprocidad y la comunión de las personas… Este es el significado por el que el sexo entra en la teología del cuerpo” (Juan Pablo II 9-1-80). Este es el significado esponsal del cuerpo del hombre y del cuerpo de la mujer llamados a ser una sola carne, “con la bendición de la fecundidad, es decir de la procreación” (Juan Pablo II).

“Masculinidad y feminidad…  como dos modos de ser cuerpo y a la vez hombre –varón y mujer- que se completan recíprocamente… el  hombre –el ser humano- está constituido por el cuerpo como él o ella” (Juan Pablo II, 21-11-79). Desde la soledad originaria el hombre pasa a la comunión con la mujer por el carácter esponsal de sus cuerpos.

La primera fiesta de la humanidad es el reconocimiento por parte del primer hombre, Adán, de la belleza de la primera mujer, Eva: “esa sí que es hueso de mis huesos y carne de mi carne” (Génesis 2, 23). EL hombre sale de la soledad originaria al contemplar asombrado la belleza de la mujer.  Porque “no es bueno que el hombre esté solo” (Génesis 2,18).

La relación sexual tiene un significado unitivo y un significado procreativo (Huanae Vitae). El cuerpo humano también tiene un significado esponsal y un significado generador. El significado esponsal se manifiesta en la masculinidad y en la femineidad del cuerpo humano, y el significado generador se manifiesta en la paternidad del varón y en la maternidad de la mujer.
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