Familia Vida y Libertad

Dios no creó el mundo en seis días para abandonarnos e irse el día séptimo lejos de nosotros. Porque el descanso de Dios, enamorado de nosotros, consiste en recrearnos cada día. Y por eso el Hijo de Dios se hizo hijo del hombre, para que el hijo del hombre fuera hijo de Dios (San Ireneo). El hombre verdadero es Cristo (Tertuliano), y el hombre perfecto tiene cuerpo, alma y Espíritu Santo, decían los Santos Padres, este sí que es imagen y semejanza de Dios. Y este hombre  tiene vida eterna gratis.

¿Cómo puede ser? ¿Si yo no soy más que basura? ¿Si yo no soy más que un asesino? ¿Cómo puede ser? “La gracia puede obrar lo imposible… La gracia ha vencido la naturaleza: esta es la historia de los santos” (Newman).

El Cosmos, la creación, no ha salido acabado de la mano de Dios, sino para hacer un Camino, abierto a un Designio, a una Plenitud, que no tiene todavía, y que requiere del tiempo y de la historia para madurar y alcanzar su vocación. Así también la historia de la humanidad, que requiere de un tiempo de maduración, de una historia de salvación. Así  también nuestra propia historia particular, la vida de cada uno de nosotros. El lenguaje de amor de Dios con nosotros tiene lugar en la historia.

Todo hombre es modelado por las manos de Dios desde el seno materno, pero en Jesús son las mismas manos de Dios las que se unen con el hombre modelado; el Verbo de Dios se abajó, se hizo niño como el hombre niño; se hizo carne para llevar nuestra carne al cielo en su resurrección. Porque el hombre no tiene otra manera de conocer a Dios sino es por nuestro Maestro, viendo y oyendo con nuestra carne a nuestro Maestro.