Familia Vida y Libertad

El joven anhelaba el rostro alegre de los santos, la belleza de la santidad, pero no se consideraba digno de la santidad.

El joven anhelaba la amistad con Dios, con eso se conformaba, con la amistad con Dios, como Abraham, como Moisés, como David, pero no se consideraba digno de la amistad.

El joven deseaba querer amar a Dios, pero no podía… Sólo podía dejarse amar por Dios en su pequeñez… y así fue como el joven, se enamoró de Dios.

"Por eso el Esposo,  que es uno con el Padre y uno con la esposa, hizo desaparecer de la esposa todo lo que halló en ella de impropio, lo clavó en la cruz y en ella expió todos los pecados de la esposa. Todo lo borró por el madero. Tomó sobre sí lo que era propio de la naturaleza de la esposa y se revistió de ello; a su vez, le otorgó lo que era propio de la naturaleza divina. En efecto, hizo desaparecer lo que era diabólico, tomó sobre sí lo que era humano y comunicó lo divino.

Cuando el Enemigo envidioso de los hombres quiso destruir la humanidad,  se preguntó dónde se apoyaba el buen funcionamiento de la civilización. Después de estudiar al hombre y tentarlo en todas sus debilidades, observó que era la mujer la que traía los niños a la vida, la que mecía la cuna de la infancia, la que sostenía el matrimonio, y la que unía la familia; y que sobre la familia se apoya  la humanidad. Entonces lleno de odio y de envidia decidió destruir a la mujer.

Como una esposa se entrega a su esposo…

La Esposa- ¿Qué puedo hacer Señor para hacer tu voluntad? Nada puedo. Sólo decir: “Aquí estoy”.

No puedo gobernar mi mente, mi corazón, ni mis sentimientos, ni mis miedos. Sólo puedo decir “aquí me tienes”. Sólo puedo llevar mi cuerpo a donde tú quieras, a donde tú vayas yo iré… Decir cada mañana y cada noche: aquí estoy, ¿dónde me llevas?

El Esposo- Te amo, con amor eterno, te amo...