-Padre -dijo el joven novicio- me han hablado de un hermano que practica la virtud de la castidad y de la pobreza hasta un grado heroico, pero que no está en obediencia con su abad.

-Si vives la castidad y la pobreza, y no la obediencia, no eres cristiano.

-¿Cómo es eso posible? padre

-Porque sólo obedece el humilde, y si no tienes humildad, lo que parece bueno en tí, no es más que apariencia y fruto de la soberbia.

Hijo, Francisco de Asís vivió la castidad y la pobreza con alegría, y la obediencia con humildad;  no así Pedro Valdo, que vendió todos sus bienes, los repartió a los pobres y, en su soberbia, se separó de la Iglesia; ni aquellas monjas de Port Royal que se separaron de la Iglesia, y de las que se decía que eran castas como palomas y soberbias como serpientes.
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Tras varios años de vivir en comunidad un joven hermano interrogó a su padre abad:

-Padre, ¿cómo puedo vivir en la comunidad el sermón de la montaña?

-Con sencillez y humildad, hijo mío. No juzques a tus hermanos de comunidad, busca siempre el último lugar, y considera a los otros como superiores a tí.

-Padre, ¿cómo podré vivirlo con los paganos que nos rodean?

-Ama a tus enemigos, bendice a los que te insultan y maldicen, reza por los que te odian y detestan, ámalos por amor a Cristo.
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Costanza Miriano (1) ha escandalizado al sistema con el título de su libro Cásate y sé sumisa, al que complementa Cásate y da la vida por ella. Lo he leido. He aquí algunas de sus palabras:

“Hablar de sumisión suscita reprobación, alarma, rebeldía, irritación y asco. Y no sólo a causa del pecado original, que nos hace odiar la idea de obedecer a alguien distinto de nosotros mismos, sino también a causa de esta cultura autártica en la que todos, también los cristianos, estamos inmersos.

La alegría que encuentra el esposo con su esposa, la encontrará tu Dios contigo. Is 62, 5.

Ser cristiano significa tener la alegría de pertenecer totalmente a Cristo, único esposo de la Iglesia, e ir al encuentro de Él igual que se va a una fiesta de bodas (Papa Francisco).

Dios no forzó ni violentó a María. Dios esperó la respuesta de María al anuncio del ángel.

María no especuló, ni dio largas, no dijo ya veremos o no se si podré... María simplemente dijo hágase.

Y la Palabra se hizo carne y habitó entre nosotros.

Así acontence hoy con nosotros, Cristo no nos fuerza ni nos violenta: mira que estoy a la puerta y llamo. Cristo nos espera. Recibimos el anuncio del kerigma, y Cristo aguarda nuestra respuesta al anuncio.

Aunque veas que el enemigo ha sembrado todo el espacio de cizaña, y esté a punto de robarte la esperanza, no temas, porque, como dice el Papa Francisco "el tiempo es superior al espacio".
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"Os invito a dar testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio y de la familia."
"Dios no puede fracasar en su intento de salvar al hombre"
Benedicto XVI
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"La comunidad cristiana salva a la familia y la familia salva a la Iglesia"
Kiko Argüello
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El aborto es el mayor destructor de la paz. Madre Teresa de Calcuta
¿COMO ESCRIBIR?
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"Ayúdanos a escribir como Tú nos pediste:
de rodillas para amar,
sentado para juzgar,
erguido y poderoso
para combatir y sembrar".

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo.
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Padre de familia. Licenciado en Filosofia y Ciencias de la Educación (Psicologia). Master en Dirección y Gestión Bancaria.
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