Jan
28
LA OBEDIENCIA DEL POBRE
-Padre -dijo el joven novicio- me han hablado de un hermano que practica la virtud de la castidad y de la pobreza hasta un grado heroico, pero que no está en obediencia con su abad.
-Si vives la castidad y la pobreza, y no la obediencia, no eres cristiano.
-¿Cómo es eso posible? padre
-Porque sólo obedece el humilde, y si no tienes humildad, lo que parece bueno en tí, no es más que apariencia y fruto de la soberbia.
Hijo, Francisco de Asís vivió la castidad y la pobreza con alegría, y la obediencia con humildad; no así Pedro Valdo, que vendió todos sus bienes, los repartió a los pobres y, en su soberbia, se separó de la Iglesia; ni aquellas monjas de Port Royal que se separaron de la Iglesia, y de las que se decía que eran castas como palomas y soberbias como serpientes.
-Si vives la castidad y la pobreza, y no la obediencia, no eres cristiano.
-¿Cómo es eso posible? padre
-Porque sólo obedece el humilde, y si no tienes humildad, lo que parece bueno en tí, no es más que apariencia y fruto de la soberbia.
Hijo, Francisco de Asís vivió la castidad y la pobreza con alegría, y la obediencia con humildad; no así Pedro Valdo, que vendió todos sus bienes, los repartió a los pobres y, en su soberbia, se separó de la Iglesia; ni aquellas monjas de Port Royal que se separaron de la Iglesia, y de las que se decía que eran castas como palomas y soberbias como serpientes.