Familia Vida y Libertad

“La verdad es bella. Y la verdad y la belleza caminan juntas: la belleza es el sello de la verdad… el maligno quisiera ensuciar permanentemente a la creación, para contradecir a Dios y para hacer irreconocible su verdad y su belleza… En un mundo tan marcado también por el mal, el Logos encarnado es coronado con una corona de espinas y sin embargo, precisamente por ello, en esta figura sufriente del Hijo de Dios, comenzamos a ver al belleza más profunda de nuestro Creador y Redentor”.  

Palabras de Benedicto XVI, en el discurso de gracias al cardenal Ravasi al finalizar los ejercicios espirituales de Cuaresma. Vaticano, 23 de febrero de 2013.

¿Por qué creemos? Nos dice Benedicto XVI: primero hemos sido amados y después hemos creído: “Hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en él” (1Jn 4, 16). Porque “no se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona… es Dios quien nos ha amado primero, ahora el amor ya no es sólo un mandamiento, sino la respuesta al don del amor” (Deus caritas est).

Santa Humildad de Cristo.

Dice San Bernardo: "A los que desfallecen en el camino, a los que se alejan de la verdad, Dios no los abandona; les ofrece el camino de la humildad para conducirlos al conocimiento de la verdad".

Dios no abandona a los perdidos, a los esclavos de sus pecados de orgullo y soberbia, a los envidiosos y ladrones, a los lujuriosos y egoistas, a los adúlteros y asesinos, a los condenados al infierno. Dios no nos desecha. Dios no nos abandona.

¿Cómo podré librarme de la soberbia y el orgullo que me conducen a la muerte de mi ser? ¿Cómo librarme de la soberbia madre de los pecados más terribles?

Contra soberbia, humildad, enseña la madre Iglesia a lo largo de los siglos.

Dice San Gregorio de Nicea: Un carro lleno de buenas obras guiado por la soberbia conduce al infierno; un carro lleno de pecados guiado por la humildad conduce al Paraíso. San Juan Crisóstomo afirmaba lo mismo.

Se propuso conocer toda la ciencia de los hombres. Se propuso comenzar a leer desde el principio, y conocer la sabiduria antigua desde los egipcios, los hindúes, los griegos, etc. Y contra más leía más vacío encontraba dentro de sí.

Al cabo de los años se encontró sólo, derrotado e ignorante. Se encontró por casualidad delante de un gran Cristo crucificado. Se asombró, ante tan gran escándalo de Dios crucificado. Más no pudo remediar el impulso de arrodillarse ante Él y admirarle en silencio.

Todos los días encuentro a un pobre a la puerta de la iglesia. Todos los días me mira y me sonrie. Me saluda siempre cuando paso a su lado, tanto si le doy limosna, como si no. 

Cuando paso a su lado, algo dentro de mí me asegura que volveré a encontrar a este mismo pobre esperándome a la puerta del cielo. Dios quiera que ese día también me reconozca, me salude, me sonría y me abra la puerta.