Familia Vida y Libertad

El Papa Benedicto XVI nos tiene dicho que Dios nos ha dado dos alas para llegar a conocer la Verdad: la fe y la razón. Santo Tomás de Aquino decía que la fe y la razón no pueden ser contradictorias porque ambas son dones de Dios para conocer la verdad. La razón conoce mejor si en lugar de estar a oscuras es iluminada por la fe (lámpara para mis pasos). La razón y la fe no son contradictorias. Si bien, a veces, la pasión ofusca la razón, y la voluntad puede resistirse a la verdad.

A la luz de la fe, el mosaico, aparentemente absurdo y sin sentido, de la historia y de nuestra vida cobra sentido y muestra su belleza.

La verdad nunca teme a la luz, solo la mentira la rehuye, para no ser descubierta.

Las leyes de la física que rigen el Universo, y los Mandamientos tienen el mismo Autor.

La esperanza, la hermana pequeña que decía Péguy: tres hermanas caminan juntas de la mano, en medio, la más pequeña, la esperanza, a cada lado, las dos mayores, la fe y la caridad. Parece que las dos hermanas mayores llevaran de la mano a la más pequeña. Pero no es así, es ella, la hermana más pequeña, la esperanza, la que conduce por el camino a sus dos hermanas mayores: la fe y la caridad.

Hay quienes acusan a los cristianos de todos los males: oscurantismo, retraso, violencia, intolerancia, etc. Para ellos los cristianos son los bárbaros que irrumpieron en el imperio romano y permanecen en la iglesia católica y el Vaticano, y se oponen a los progresos de la ciencia y de la humanidad.

Lo explica muy bien Benedicto XVI en Spe Salvi: en este mundo nunca conseguiremos la sociedad perfecta, pues aunque la consiguiéramos algún día, la siguiente generación siempre será libre de mejorarla o destruirla, y si se lo impidiéramos, coartaríamos su libertad, por lo que la sociedad ya no sería perfecta, pues una sociedad sin libertad siempre sería imperfecta.

La humanidad se juega en cada generación la elección entre civilización y barbarie, entre esclavitud y libertad.

El cristianismo desde su comienzo ha sido la levadura que poco a poco ha ido transformando la humanidad. El anuncio del Evangelio es el impulso que lleva hacia delante la historia; no sólo le da sentido, también le da esperanza, una esperanza tan fuerte que lleva a la caridad hasta el extremo, a la alegría y al progreso hacía un futuro siempre mejor. El anuncio del Evangelio nos pone en camino, de la esclavitud a la libertad, de uno en uno, pero también como sociedad.

"Es posible aunque con esfuerzo, vivir

el Amor fiel para siempre,

abierto a la vida".

Benedicto XVI, Milán, 2012.

Los cristianos anunciamos a un mundo triste, feo y sin esperanza la alegría, la belleza y la esperanza del Evangelio.

Sin la belleza sólo le quedaría a este mundo la tristeza de la fealdad y el dolor de la desesperanza. Porque, como dice Juan Pablo II en su Carta a los Artistas: "este mundo en que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, pone alegría en el corazón de los hombres".

La humanidad actual, esta generación de nuestros días, que camina y sufre en tinieblas, espera una luz, por muy pequeña que sea, que ilumine su vida y de sentido a su historia: una sola familia cristiana en una gran ciudad moderna ya es esa luz diminuta que brilla en la oscuridad, y a mayor oscuridad, más brilla la luz por muy insignificante que ésta sea.