Si un enemigo quisiera destruir nuestra civilización asesinaría a nuestros hijos antes de nacer, para que no tuviéramos futuro. Si el mismo enemigo quisiera destruir nuestra juventud, fomentaría la promiscuidad sexual y la práctica de la homosexualidad entre los niños y jóvenes, para quitarnos la esperanza. Si este enemigo quisiera hacer desaparecer el amor humano sobre la tierra, destruiría el matrimonio y la familia, para que  dominara el odio entre la mujer y el hombre, entre los hijos y los padres, entre los jóvenes y los viejos, para quitarnos la felicidad.

Siempre se ha dicho que un santo triste es un triste santo. Y es que como decía Leon Bloy  "solo hay una tristeza: la de no ser santos". El famoso escritor inglés C. S. Lewis (autor de "Las crónicas de Narnia" y "Cartas de un diablo a su sobrino"), y gran amigo de Tolkien,  nos cuenta en su autobiografia como se convirtió al cristianismo "cautivado por la alegría" que veía en sus amigos cristianos.

"La alegría es el gigantesco secreto del cristiano", decía Chesterton.

El progresismo es algo así como la nueva religión laica del mundo occidental. Como dijo Chesterton "cuando se deja de creer en Dios se puede creer en cualquier cosa", y el progresismo tiene fe ciega en que todo lo nuevo es bueno porque sí, mientras que todo lo tradicional es malo, también porque sí. Es decir que si a algo le añadimos el adjetivo "progresista", es bueno; de ahí el interés de nuestros políticos en decir que el aborto es progresista.

Nos dice el filósofo ruso Nicolai Berdiaev, en su libro "El sentido de la historia", que el socialismo no deja de ser el intento del hombre de fabricarse aquí y ahora mismo, y con sus propias manos, el reino de Dios sobre la tierra, y acabar de una vez para siempre con todas las injusticias y los sufrimientos de toda la humanidad; es decir, es el rechazo a la cruz de Cristo.

Hoy, en nombre de la tolerancia, muchos paises occidentales están dictando leyes que prohiben la presencia en la vida pública de los cristianos: no se puede decir en público que el aborto es un asesinato, sin ser acusado de atentar contra "un derecho" de la mujer; que el matrimonio natural está formado por un hombre y una mujer, sin ser acusado de homófobo; o que la castidad es totalmente eficaz contra el sida, sin ser acusado de criminal, por dificultar la venta de preservativos.

Monseñor Amato, en la homilía pronunciada ayer 12 de septiembre en Alpandeire (Granada), durante la homilia de beatificación de Fray Leopoldo, dijo que "sin los santos una ciudad es como un cielo sin sol y una noche sin estrellas", porque los santos son "artistas de la belleza de Dios".

Esta belleza de Dios que trae el mundo la esperanza y la alegría. Por eso dijo el poeta francés León Bloy que "sólo hay una tristeza, la de no ser santos".
2

Ante el feísmo del arte de la nueva barbarie, resplandece la belleza de la liturgia de la Iglesia. Belleza que resplandece en la liturgia de la iglesia desde hace dos mil años, y no podemos contaminar hoy con el feísmo de la cultura de la muerte y de la ideología de género de los nuevos bárbaros.

La conversión de Rusia al cristianismo, a finales del siglo X,  se produjo gracias a la belleza de la liturgia.

Según Europa y Occidente se iban alejando de Dios, el feísmo iba aparecienco en el arte. El mal llamado arte de vanguardia pone de manifiesto como el feísmo ha sustituido a la belleza en el arte del siglo XX. Lo que no deja de ser una manifestación exterior de de la fealdad interior del hombre sin Dios; porque sin trascendencia no hay belleza, hay fealdad.

El bien, la verdad y la belleza van unidos como la trinidad, y nuestro corazón los busca desde que nacemos, y así ha sido de generación en generación desde el principio de la humanidad. La verdad es bella, y nos produce bien. La contemplación de la belleza nos produce placer, nos habla del amor, de lo bueno, del bien.

Juan Pablo II, en su "Carta a los Artistas" (1999), recuerda las palabras del Mensaje a los Artistas de los Padres del Concilio Vaticano II: "este mundo en el que vivimos tiene necesidad de la belleza para no caer en la desesperanza. La belleza, como la verdad, pone alegría en el corazón de los hombres." En su carta Juan Pablo II cita también las palabras de Dostoyevski: "La belleza salvará al mundo".
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"Os invito a dar testimonio ante el mundo de la belleza del amor humano, del matrimonio y de la familia."
"Dios no puede fracasar en su intento de salvar al hombre"
Benedicto XVI
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"La comunidad cristiana salva a la familia y la familia salva a la Iglesia"
Kiko Argüello
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El aborto es el mayor destructor de la paz. Madre Teresa de Calcuta
¿COMO ESCRIBIR?
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"Ayúdanos a escribir como Tú nos pediste:
de rodillas para amar,
sentado para juzgar,
erguido y poderoso
para combatir y sembrar".

Beato Manuel Lozano Garrido, Lolo.
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Padre de familia. Licenciado en Filosofia y Ciencias de la Educación (Psicologia). Master en Dirección y Gestión Bancaria.
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